La Historia

Mito, luz y sombras en Artziniega

Descubre las leyendas vascas, la lucha entre Mari y Mikelats, y la reunión de seres mágicos para restaurar el equilibrio en Ama Lurra. Un viaje por el mito, la magia y la llamada a la aventura.

El equilibrio ancestral

Desde el principio de los tiempos, mucho antes de que el mundo tuviese memoria, la magia y la naturaleza convivían en armonía sobre la esfera terrestre.


Desde lo profundo del bosque o desde lo alto de las montañas, la poderosa Mari, se ocupaba de mantener el eterno equilibrio entre la luz y la oscuridad, entre el bien y el mal…


Y las estaciones se sucedían en perfecta cadencia, renovando sus vínculos con la tierra en cada ciclo solar.

 

La dualidad

La llegada al mundo de los dos hijos de Mari, Atarrabi y Mikelats, quiso que ese eterno equilibrio comenzara a resquebrajarse.

Se cuenta que ambos fueron criados en una cueva perteneciente al mismísimo Etsai, el diablo, donde serían instruidos de la misma manera, con la condición de que uno de ellos permaneciera en la cueva para siempre. Llegado el momento, Atarrabi en un acto de generosidad se prestó a quedarse esclavizado en la cueva para así librar de esa suerte a su hermano. No obstante, consiguió engañar al maligno y escapar de aquella cueva, eso sí, perdiendo su sombra en el empeño…

La era de los humanos

Tuvieron que pasar innumerables lunas hasta que la era de los humanos diera comienzo, aunque no se necesitaron tantas para que el influjo de Mikelats se manifestara en ellos. La codicia hizo presa de la raza humana, las guerras, las injusticias y el desapego hacia la naturaleza estaban a punto de despertar a un Mikelats resentido y sediento de venganza.

L@s estudios@s de la mitología tradicional y l@s hereder@s de los antiguos textos, coincidían en la existencia de una profecía que advertía sobre el peligro de despertar aquella maldad tanto tiempo dormida:

“…en aquel ciclo solar en el que la luz no sea capaz de abrirse camino más allá del pórtico, en el momento en que el crepúsculo del día más largo no llegue a alumbrar un nuevo verano… será entonces cuando Mikelats despierte de su letargo para extender las sombras…”

El día más largo

Martes 24 de Junio

Día del solsticio

Y llegó el día más largo, y con él debía llegar también la noche más corta, el fuego renovador y el comienzo de un nuevo ciclo. Pero algo no era como siempre había sido…, algo había cambiado.

El solsticio no llegó a ser, la luz del crepúsculo no cruzó el umbral y la llama de un nuevo verano no crepitaba. En aquel año de la era de los humanos de 2025, la antorcha con que Atarrabi debiera haber dado comienzo al verano nunca pudo prenderse. ¿qué había sucedido? ¿De qué habría sido capaz esta vez Mikelats en su afán por llenar el mundo de penumbra?

El misterio finalmente fue descubierto: Mikelats, en sus años de destierro, había tallado con magia oscura un cristal relleno de cubos y cuadrados, con miles de minúsculas facetas, el Cristal del Mediodía, y aprovechando el último rayo de sol del crepúsculo del solsticio, lo había colocado de tal manera que la luz se dividía en tantos haces que perdía casi toda su intensidad antes de posarse sobre la tierra.

La llamada

Miércoles 25 de Junio

Día II tras el solsticio

Del mismo modo que la codicia y el egoísmo habitaba entre los seres humanos, también la bondad y la compasión. Atarrabi, consciente del peligro que suponía, no iba a permitir que los oscuros planes de Mikelats triunfaran. Pidió entonces consejo a Mari, quien, en su inmensa sabiduría, le inquirió que se apartara y dejara la solución en manos de aquellos humanos que fueran conocedores de la magia y portadores de una especial luz interior.

Así es que convocó a los druidas, las brujas, hechiceros y hechiceras, alquimistas, explorador@s, cartógraf@s... Que vendrían de valles y montañas, salidos de grandes urbes o de estepas lejanas… Todos acudirían a la llamada de Atarrabi para que su luz alumbrara un nuevo verano y lograr así restituir el equilibrio sobre Ama Lurra.

Un mensaje escueto, encriptado con algún tipo de cifrado ancestral, pero comprensible por aquellos que conocían la magia, era todo lo que necesitaban l@s más entusiastas para acudir a la llamada:

Los artefactos

Jueves 26 de Junio

Día III tras el solsticio

Algun@s durante las largas jornadas de viaje…, otr@s aprovechando aquellas noches inusualmente largas esperando el momento de acudir a Artziniega, en antiguos almanaques o en modernos criptogramas, l@s iniciad@s fueron hallando pistas, interpretando documentos olvidados, desentrañando relatos aparentemente banales…, para llegar a encontrar la manera de devolver la luz a las tierras del norte, antes de que las tinieblas se extendieran más allá de las montañas.

Junt@s concluyeron que era necesario recuperar ciertos artefactos que, según las leyendas, servirían para volver a recluir a las sombras: el Farol del Amanecer, el Cristal del Mediodía y el Fuego del Crepúsculo. Todo apuntaba a que dichos artefactos se encontraban dispersos por los alrededores de aquella aldea a la que habían sido llamados. La convocatoria en aquel paraje místico no había sido casual…

El cónclave de Artziniega

Viernes 27 de Junio

Día IV tras el solsticio

Muchos comenzaron a llegar a la aldea y otros tantos se encontraban en camino. Las posadas bullían con el trajín de los recién llegados; en las calles se veía a la gente saludarse con fervor, much@s se conocían de otros lugares y otros tiempos; se llenaron las tabernas con apasionadas tertulias, anécdotas de viaje… La energía se podía notar en el ambiente, y esa luz comenzó a debilitar a Mikelats.

No tardaron mucho en comenzar una concienzuda búsqueda, gobernada por su instinto, pero también por las artes mágicas que tod@s ell@s dominaban. El arte de saber ver aquello que se oculta detrás de la realidad cotidiana, la capacidad para encontrar la magia en los rincones más comunes residía en aquell@s que habían acudido al reclamo de Atarrabi.

Esa misma noche apareció el primero de los artefactos, el Farol del Amanecer, entre el júbilo de los asistentes y la rabia de Mikelats.

La luz se abriría camino…