El Farol del Amanecer
El cónclave de Artziniega
Día IV tras el solsticio
Muchos comenzaron a llegar a la aldea y otros tantos se encontraban en camino. Las posadas bullían con el trajín de los recién llegados; en las calles se veía a la gente saludarse con fervor, much@s se conocían de otros lugares y otros tiempos; se llenaron las tabernas con apasionadas tertulias, anécdotas de viaje… La energía se podía notar en el ambiente, y esa luz comenzó a debilitar a Mikelats.
No tardaron mucho en comenzar una concienzuda búsqueda, gobernada por su instinto, pero también por las artes mágicas que tod@s ell@s dominaban. El arte de saber ver aquello que se oculta detrás de la realidad cotidiana, la capacidad para encontrar la magia en los rincones más comunes residía en aquell@s que habían acudido al reclamo de Atarrabi.
Esa misma noche apareció el primero de los artefactos, el Farol del Amanecer, entre el júbilo de los asistentes y la rabia de Mikelats.
La luz se abriría camino…